EL OTRO COMO UN ESPEJO
Para poder conocer cuál era mi vocación y cómo me ponía al servicio del resto, primero, tuve que conocerme a mí. Esto puede sonar fácil, pero fue una tarea mucho más complicada de lo que pensé. Es increíble cómo podemos creer ser alguien y cuando realmente nos empezamos a observar y a permitir ser quienes somos, podemos ser todo lo contrario a lo que creíamos. Como las capas falsas se empiezan a desplomar, para que la esencia de lo que realmente somos brille.
Aprender a verme, fue aprender a observar a los demás y a entender que todo lo que me incomoda del otro es siempre algo mío. Poder descubrir quién realmente sos y de que forma tu ser brilla, tenés primero que autovalorarte y reconocer los infinitos recursos que posees y que puedes ponerlos no solo a tu disposición sino que a la de la comunidad. Para aprender a ponerme al servicio, tuve que aprender a recoger todo el amor que tenía y usarlo para darle amor a los espacios más oscuros y dolorosos de mi ser. Cuando aprendí a hacerlo conmigo, pude aprender a amar cada espacio oscuro de los demás.
Cuando trabajamos con otras personas, tenemos que aprender a ver a los otros como un par, te trato como me trato. Si el amor es la fuerza que impulsa cada decisión y cada acto que hacemos, el resultado solo va a ser otro acto de amor. Más allá de todas las herramientas que puedas adquirir a lo largo de tu vida, poder permitirse ser con amor y desde ahí, crear tus vínculos, llámese el vínculo con el resto, con tus amistades, con tu profesión, con tus parejas.